Uno de los aspectos psicológicos más importantes cuando seguimos una dieta está relacionada con el hambre. Seguramente, entre los términos utilizados para definir el origen del hambre, hemos escuchado y utilizado la expresión de «hambre nerviosa» o «angustia oral«. Este término es muy importante, ya que indica que gran parte de los alimentos que comemos son requerido por nuestra mente y no por nuestro organismo.
Existen muchas teorías para explicar este fenómeno. Probablemente todas ellas tienen algo de verdad.
Independientemente de lo que puede estar causando esta situación, el hecho es que es absolutamente importante saber cómo reconocer la presencia de hambre no relacionada con las demandas del organismo.
Estar consciente de los mecanismos que hacen surgir el hambre nerviosa, puede ser útil en los momentos de mayor dificultad. Algunas de las muchas posibilidades pueden ser:
– Fijación oral. Esta teoría se refiere a las primeras experiencias del niño, que conoce el mundo y toma placer a través de la lactancia materna. Una lactancia materna inadecuada (demasiado extendida o demasiado breve) puede llevar, en la edad adulta, a buscar la comida más de lo debido, y no sólo para alimentarse. Muchas personas, de hecho, dan un significado excesiva a los alimentos, mucho más allá del concepto de nutrición.
– Confusión de estímulos: También esta teoría se refiere al período de lactancia del bebé. Establece que la manía de comer, la ansiedad, la ira, el aburrimiento, etc .. dependerá de la tendencia de las madres de amamantar al bebé al mínimo llanto. En la edad adulta, se hará difícil distinguir el hambre de otros factores como la ansiedad, la ira, aburrimiento, etc .. y se tratará de remediar con comida, estos estados emocionales.
– Sensación de privación: hace referencia a las personas que se vieron obligadas a renunciar a ciertos alimentos, y en consecuencia los desean con más intensidad, sólo por el hecho de que están prohibidos.
Cualquiera sea el origen, el hambre nerviosa no depende de las necesidades físicas, sino de otros factores, todos ellos relacionados con la esfera emocional como:
– tristeza: no depresión, sino simplemente tristeza, por razones más o menos evidentes …
– ansiedad: la ansiedad relacionada con el hambre se deba probablemente a la similitud con el hambre verdadero, en particular, el «agujero en el estómago…
– aburrimiento: la comida aquí es la manera más fácil (y dañina) para liberarse de las garras del aburrimiento, interrumpiendo una tarde ociosa, una mañana sin compromisos…
– soledad: la comida sustituye algo que falta. Ya sea una persona, companía o contactos sociales, incluso a veces existentes, pero poco significativos…
– enojo: muchas personas comen por resentimiento, amargura, ira o frustración. Esto no resuelve la situación, y sólo la empeora…
– felicidad: aquí el pensamiento no es absolutamente negativo, es más, la comida es simplemente la concreción de un evento agradable, un aniversario, un día hermoso, una reunión social: sin una buena comida no se disfrutaría de la misma manera.