Estrías, quien no las tiene? Se trata de una imperfección de la piel, que afecta en todas las edades. Pueden hacer su aparición ya desde la adolescencia, cuando aparecen las primeras formas (senos y caderas), pero también después de un aumento o pérdida de peso, tal vez en el embarazo y en todas aquellas situaciones que soemeten la piel a tensión.
También se les llama estrías de distensión: son alteraciones de la superficie de la piel que pueden ser de origen iatrogénico, es decir, causado por el consumo de fármacos corticosteroides, o formarse en zonas de la piel sometidas a tensión y estrés mecánico, como en el caso de las suturas o intervenciones específicas.
Esta imperfección afecta a ambos sexos, pero las mujeres se ven mayormente afectadas.
En la práctica, se presentan en la piel como rayas o ranuras longitudinales, situadas con más frecuencia en la pared lateral del abdomen y/o en la superficie lateral de los muslos, separadas por tramos de epidermis sanos. Se componen de piel cuyo color varía del rosado al púrpura en la etapa inicial, y con el tiempo se vuelven de color perlado o nacarado. El bronceado, a menudo, las pone aún más en evidencia, por este motivo, después del verano muchas mujeres deciden recurrir a tratamientos cosméticos para borrarlas. Y, de hecho, el período de invierno es el más adecuado para tratamientos estéticos.
Pero para prevenir la aparición de estrías, lo primero que se debe hacer es cuidar la alimentación, evitando también aumentos y descensos bruscos de peso. Veamos:
Prevención en la mesa: los alimentos que previenen las estrías
En un programa de prevención, la alimentación juega un papel esencial. Debemos evitar aquello que intoxica y favorecer frutas y verduras, cereales integrales, de manera de rehidratar la piel desde adentro.
En este sentido, se aconseja incorporar a la dieta diaria:
– vitamina C (cítricos, kiwi, fresas, brócoli, coliflor, pimientos);
– beta-caroteno, un precursor de la vitamina A (yema de huevo, mantequilla, leche, crema, zanahorias, tomates, albaricoques, melocotones):
– vitamina E (aceites vegetales, cereales integrales, frijoles de soya, vegetales de hojas verdes, las sardinas, el hígado, la leche);
– selenio (anchoas, arenque, salmón, carnes, cereales integrales, frutos secos);
– magnesio (germen de trigo, soja, hojas verdes, semillas oleaginosas, nueces, almendras, pescado);
– zinc (germen de trigo, cacahuetes, mariscos).