Hablar de dieta alcalina es como entrar en un campo minado. De hecho, es una de las dietas más discutidas del momento, que tiene su propio grupo de fans y sus detractores. Ambas partes son muy efusivas y no ahorran críticas a la facción contraria; así que, hagamos un balance de la situación para evaluar los distintos puntos de vista.
Esta es una dieta que algunas fuentes atribuyen a un tal Robert Young, otros al prof. Franz Xaver Mayr. Como cualquier dieta, dependiendo de la fuente que se consulte, presenta ligeras diferencias de enfoque, pero la sustancia se mantiene sin cambios.
En la práctica se trata de favorecer los alimentos alcalinos respecto de los ácidos. Digamos que el consejo es permanecer en una proporción de 70-80% para los alimentos básicos (alcalinos) y 20-30% de alimentos ácidos.
Son alimentos que se caracterizan por un pH básico – superior a 7, por así decirlo como verduras, frutas, cereales y aceite de oliva; los alimentos ácidos, por su parte son la carne, los productos lácteos, el alcohol, el pan, el pescado y el café, sólo por nombrar algunos. La medición se realiza en una solución en agua de las cenizas de estos alimentos, y no en la comida fresca.
Según los defensores de esta dieta, nuestro cuerpo sería capaz de digerir mucho mejor los alimentos alcalinos, y estar más fuerte para atacar a los virus y bacterias. Algunos van más allá, argumentando que la dieta alcalina es capaz de hacer que el organismo puede combatir incluso las enfermedades más graves. Por el contrario, el consumo de alimentos ácidos alteraría el equilibrio de nuestro organismo, causando la pérdida de minerales de los huesos, llevando a una situación de malestar y pudiendo también propiciar algunas enfermedades.
La otra campana sostiene que la dieta alcalina es un gran engaño, ya que no tiene ninguna base científica. Las razones en contra giran alrededor del hecho de que nuestro organismo está construido para mantener de forma natural el pH de la sangre a un valor muy preciso: 7.4. Los valores más altos o más bajos, sobre todo si son prolongados, conducen a daños muy graves, incluso la muerte. Por eso los pulmones y los riñones, a través de la respiración y la filtración, trabajan todo el día de manera muy afinada para permitir que la sangre permanezca en su rango óptimo de pH.
Por lo tanto, los alimentos que introducimos con la alimentación, no son capaces de cambiar el pH del organismo, como tam bién lo confirma el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer. Y según la Academia de Nutrición y Dietética de los Estados Unidos, la dieta alcalina sería totalmente ineficaz, y un método no saludable de perder peso.