Comer de todo (no demasiado), elegir bien los ingredientes y huir de la comida rápida y precocida: se necesita muy poco para asegurar la buena salud del bebé y su mamá.
No importa cuán grande sea, el deseo de ser madre a menudo se ve perturbado por las preocupaciones estéticas: aumento de peso, estiramiento de la piel, estrías, hinchazón… ¿Creería que un 30-40% de la obesidad femenina aparece durante el embarazo y persiste incluso después del parto? Pero, a no desesperarse, prevenir estos problemas no es tan difícil como parece.
Comenzar con el pie derecho, es decir, con un peso óptimo: un sobrepeso inicial comporta un trabajo excesivo para el hígado, los riñones y el sistema circulatorio. Posteriormente, el control de peso no debería ser tan rígido, porque una cierta reserva de grasa tiene un efecto protector y favorece la lactancia.
Olvídarse de cualquier fármaco anti-hambre! Como también de diuréticos u hormonas tiroideas: no hace falta explicar los efectos devastadores que podría tener en el niño.
Vía libre a los platos únicos: son una buena manera de asegurarse todos los nutrientes (carbohidratos, proteínas, vitaminas, minerales).
Pasemos a la cuestión más espinosa: la grasa. La tasa diaria variará de acuerdo a la temporada en la que tiene lugar el embarazo (en invierno el organismo requiere un poco más). La cuestión clave es la elección de los alimentos: los más sanos son los que contienen la mayor cantidad de ácidos grasos insaturados: mantequilla cruda, aceite de oliva y aceite de girasol. Para limitar la cantidad de grasas saturadas, simplemente elegir los animales que contienen menos (pollo y pescado) y completar las necesidades de proteínas con huevos y productos lácteos.
Se recomiendan 10 a 15 gramos diarios de aceite de oliva virgen extra: comer ensaladas sin condimentar es un sacrificio inútil, de hecho, el aceite promueve la asimilación de las vitaminas solubles en la grasa contenida en los vegetales.
No suprimir los cereales, porque si hay una falta de carbohidratos, el organismo los obtendrá de las proteínas, y este proceso dejará residuos que habrá que eliminar. Además, está científicamente comprobado que el consumo de cereales integrales cocidos, nutren mejor con menos calorías, alcanzando más rápidamente la sensación de saciedad. Aquí, también, tener en cuenta las opciones: optar por los más reconstituyentes, proteicos y digeribles, como el arroz, el mijo y la cebada.
Consumir cereales por la mañana, porque por muchas horas el cuerpo no recibió energía; y también en la noche, porque los almidones, que se asimilan lentamente, cubren durante las horas de sueño, las necesidades metabólicas de la madre y el niño. Además, un buen desayuno (tostadas, pan tostado, avena) es un excelente remedio contra las náuseas!
Atención al comer fuera: elegir pastas con salsas simples y platos de carne a la plancha o hervidos, preferir el pan a los grisines y galletas(tienen el doble de calorías y contienen grasas y conservantes), y se mantenerse alejado de la mesa buffet (dulce o salado: generalmente se preparan con las sobras, de dudosa procedencia y conservación). Y por supuesto, como ya le habrá dicho s médico, evitar los lugares de comida rápida (hamburguesa, hot-dogs, etc)
En lugar de sufrir pensando en las privaciones, tratar de reemplazar los alimentos favoritos con alternativas sabrosas, pero más sanas y ligeras.